DESTEJIENDO  EL VELO

 

                                                                                      A Jesusa Quirós 
     

      Después de las muestras Damas engañosas y Tiempo en fuga, una vez más, Jesusa Quirós incide en mostrarnos el universo femenino, desde la contemporaneidad de la mujer liberada de los atavismos clásicos, luciendo como bandera su libre elección.

 

    Son mujeres que muestran, desde la máxima normalidad, la determinación de su desarrollo personal, con predominio del mundo intelectual, artístico o el goce de la contemplación y del espíritu creador. Hay un único cuadro que refleja una pareja, hombre-mujer, Como acabará esto, en actitud de galanteo y desaire, como si la mujer quisiera decir al personaje masculino que ella se vale por sí sola.

 

     Una vez más lo mejor de su trabajo está en esas damas, cuyas figuras se aproximan a las pinturas clásicas, las doncellas medievales del amor cortés o las damas del unicornio, mujeres que miran hacia dentro de sí mismas y muestran la placidez en el candor de su mirada o la actitud corporal. En otros momentos esas mismas mujeres ponen al descubierto su naturaleza femenina en la insinuación del escote, descubriéndose los muslos, marcando las formas, con tules transparentes o con total naturalidad mostrando los pechos al desnudo.

 

    El tratamiento de las manos y el abandono corporal de las figuras es algo que Quirós siempre ha realizado magistralmente, y logra a través de la insinuación, con un cierto abandono o desmayo, enseñarnos un mundo poético lleno de matices donde entrevemos el pálpito de la carne y una sensualidad exquisita, que es parte del encanto femenino en todas las épocas y sin duda la red más segura para el que pretende lo contrario.

 

    En toda la muestra hay un sólo paisaje propio de los campos de Castilla, donde el predominio es el campo abierto, la vista sin límite hasta el horizonte, que cuadra con el mundo interior de las figuras donde se da un predominio de la vida contemplativa. De hecho, el tono rosáceo, tenue carmín de los personajes femeninos se manifiesta también en el horizonte, ya levemente abrasado cuando el sol se oculta.

 

    En esta ocasión Jesusa Quirós, desde la maestría de su hacer, oficia de Penélope moderna, que al igual que la clásica, nos dice que ella, la mujer, es dueña de su destino.

                                                                                                                                                                   Scardanelli