Harto de mí.
 
Hace mucho tiempo que la orfebrería y  la cerámica han sido olvidadas en las Artes Plásticas, pero es más reciente el abandono de la pintura, la escultura y la arquitectura. La Artes Visuales han resultado ser las elegidas de la actualidad; la imágen enajenada - elaborada de lo ajeno -  es aderezada con el tiempo/sonido/movimiento. La acción triunfa sobre lo estático, sobre la estatua, sobre el punto fijo. Es un hecho: la plasticidad ha sido derrotada por lo visual y la imágen de lo creado tiene más poder que su presencia. Queda espacio, no queda volumen y, lamentablemente,  vamos progresivamente perdiendo el sentido del tacto y la creación plástica.
 
Nada está más alejado de nuestro mundo que la posición, el gnomon, el lugar.
El aparente movimiento lo justifica todo.
La persistencia del tiempo lo justifica todo.
No desconecten sus teléfonos.
 
No importa, es una puta mierda lo que hago, incluso el porqué lo hago es también irrelevante.
De hecho creo sinceramente que sería mejor que mis obras no existiesen.
No hacemos sino velar un fiambre que lleva mucho tiempo exánime, aferrándonos a un eros que nos promete una ilusión creadora. Si la obra no es, si no llega a existir, ni siquiera es necesario que se caiga el árbol en el bosque. No hay nadie, ni sonido, ni árbol.
Dejémonos de Venus, sólo somos en la medida de los deseos del otro, la obra del artista únicamente pretende llenar y complacer ese deseo. Ser más allá de la corporeidad propia, ser en la obra, en lo creado.
Yo estoy harto, cansado y decepcionado.
Harto de buscar, de buscarme, de encontrar, de encontrarme frente a un horrible y proceloso océano gris. Harto de buscar luces en el horizonte, señales  en tierra, referencias que triangulen mi posición, una marcación fiable. Sigo mi rumbo en línea recta dando vueltas a una infinita esfera.
Cansado de justificarme, de solicitar autorización para la autoría de mis obras, de acreditar razones para lo que se mueve fuera de la razón. Me agota guiarme por las cardinales virtudes sabiendo que nada de estas importa y que esta brújula sólo confirma lo perdido que estoy.
Decepcionado por - finalmente - no creer en nada, después de haber creado tantas efigies soy ahora ateo de la fe en mí mismo. Me extraña verme desde este punto de fuga. Desengañado con este obligado cumplimiento, con esta misión a Marte, con esta espera a Godot.
Perdido el eros creativo - recreativo - tantas veces reanimado por cederle el ánima a cada obra que, con frío eco vacío devuelve un silencio de barro. La cerámica es fundamentalmente hueco.
Padezco ahora el común deseo de la anestesia, de ser tocado por  la an/estética peste que todo devora ,que,  como plaga de digitales insectos,  impide  posar la mirada, pasar la mirada.
Harto de hacer,  inventar nuevas formas y traerlas al mundo, destruirlas.
Este incesante subir y bajar de la marea.
                                                                                                                                                                                 Santi Collazo